LLAMADO A LA INTEGRIDAD
LLAMADO A LA INTEGRIDAD
El estudio de los salmos me ha permitido no sólo el aprender a orar con los salmos, sino disfrutar de una relación más íntima con Dios. Esta relación con Dios, es la que nos lleva a anhelar la perfección que Él quiere que tengamos para alcanzar una verdadera vida en Cristo.
En el salmo 37, vemos que el salmista repite un concepto fijo que está en su mente; es una referencia constante a la tierra, a la heredad de la tierra y que una de las características que debe poseer la persona que heredara la tierra, la herencia que es Cristo, es la perfección, la integridad.
La perfección no está en nuestra naturaleza; no somos ni mansos ni humildes, ni íntegros. Somos rebeldes, soberbios e infieles a nuestro Señor. Ser perfecto es un proceso, ser perfecto es alguien totalmente diferente a como David ha descrito la vida de los impíos, (salmo 37:12-20) que no quieren seguir a Dios y se rebelan contra su autoridad.
La biblia dice que es perfecto para Dios aquel que es integro, aquel que está formado por una sola pieza, que solo tiene una fidelidad, cuyo corazón está enfocado solo en Dios y no en las cosas de este mundo; tiene que ver con estar completo, ser de una sola pieza, no es sin pecado, no es sin ninguna falla, describe a una persona que confía en Dios, describe a una persona que vive en el temor de Dios, porque va a ser la palabra y no su propia opinión la que vaya imprimiendo la dirección y velocidad hacia donde debe de crecer.
El término integridad proviene del vocablo íntegro que en su origen hebreo significa: ser completo, inocencia, perfecto, sin defecto, rectamente (obrar), entre otros.
Para agradar a Dios todos los días de nuestra vida, debemos ser personas en las que se pueda confiar, veraces, sinceras, honestas y dispuestas a amar, a perdonar y a servir a nuestro Dios. Los creyentes necesitamos tomar conciencia de la importancia de ser intachables e irreprensibles delante del Señor, no se trata de cuántas obras piadosas (oración, congregación, ayuno, obras de solidaridad, etc.) podamos hacer, se trata de la forma en que nos relacionamos con el Señor, del estilo de vida que llevamos, del testimonio que estamos dejando ante los demás, de aquello que vivimos en realidad.
El Salmo 26, habla especialmente de la integridad. El salmista comienza y termina el salmo poniendo su vida ante el escrutinio de Dios, enfatizando que ha vivido su vida en integridad.
Quiera el Señor que podamos hacer lo mismo. Vivir vidas íntegras de modo tal que podamos ponernos ante la presencia de Dios y proclamar ante él nuestra integridad.
Hna. Nancy Gaona Jurado