¿PUEDE UN CRISTIANO SUFRIR?
No debemos tipificar el sufrimiento como castigo por el pecado, o medio para acercarnos a Dios. Aunque lo uno u lo otro se puede dar, no siempre es así. Lo que sí debemos reconocer es que existe. El sufrimiento es inherente a la condición humana.
Los salmos nos muestran esa convivencia de David con el sufrimiento y su relación con Dios. Nos enseñan como vivir una relación con Dios en medio del sufrimiento.
La Perspectiva de David
El salmista simplemente derrama su corazón (Sal.6:6), clama desde lo más profundo de su alma, expresa el abatimiento que está sintiendo, con toda la sinceridad e intensidad que está sintiendo, por eso, a veces parece duro, incluso altanero, pero en ese íntimo e intenso dolor él sabe que lo escucha su Señor, en ese clamor está intrínseca su confianza en el Dios de su salvación, confía en El, sabe que es un Dios de misericordia.
El salmista nos permite ver un Dios grande, misericordioso, justo, que nos sostiene, que conoce nuestra aflicción, que conoce nuestro fin, que siempre nos sostiene, que tiene un propósito que cumplirá en cada uno de nosotros (Sal.138:8)
A veces el sufrimiento es consecuencia de nuestra transgresión, entonces el Señor nos ofrece perdón.
Nos enseña paciencia. Hasta cuándo… (Sal. 13:1-2) Pacientemente espere al Señor, él se inclinó hacia mi (Sal. 40).
A confiar en El (Sal. 31:1), a depender de Él, en tu mano encomiendo mi espíritu (Sal. 31:5-6). A buscar su refugio, su abrigo (Sal. 91).
Alegría en medio de la aflicción (Sal. 31.7). Si el Señor conoce mi aflicción y confío en Su amor, puedo descansar, tener paz. Has cambiado mi lamento en baile (Sal. 30:11).
A reconocer que solo Él Salva, es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio, no temeré (Sal. 46:1-2).
A veces el sufrimiento es consecuencia de nuestra transgresión, entonces el Señor nos ofrece perdón. Él es quien borra nuestras rebeliones: Ten piedad de mi… borra mis rebeliones… lávame (Sal. 51:1). Restauración, Tu que pastoreas… ven sálvanos… Oh Dios restáuranos (Sal. 80:1:3; 85:4)
A veces sufrimos injusticia, entonces Él nos promete justicia (Sal. 72). Él librará al menesteroso que clamare, tendrá misericordia y salvará (Sal. 72:12-13)
A veces necesitamos recordar las maravillas del Señor, reconocer su grandeza (Sal. 77):
Al Señor busqué en el día de mi angustia (v. 2)
…meditaba en mi corazón y mi espíritu inquiría (v. 6)
…dudaba (v. 8-9)
De pronto el salmo da una vuelta:
…me acordaré de las obras de JAH, sí, haré memoria de tus maravillas, meditaré en todas tus obras (v. 11-12)
Finalmente, creo que la enseñanza para la iglesia y al cristiano es terminar -como el salmista- alabando al Señor, reconociendo sus atributos, sea cual fuere su situación.
Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, grande en misericordia. Sal. 86:5
Ninguno hay como tu entre los dioses, todas las naciones te adorarán y glorificarán tu nombre, porque tu eres grande y hacedor de maravillas. Sal. 86:8-10
Te alabaré Señor, Dios mío con todo mi corazón y glorificaré tu nombre para siempre Sal. 86:12
Hna. Rocío Triana