Desafío 20-21… Aprendiendo a Orar con los Salmos
Reflexiones desde el libro de los Salmos

Saber es para Conocerle

El libro de los salmos, entre los muchos valores para el creyente, presenta un enorme despliegue del reconocimiento de la grandeza de DIOS. No es posible que el creyente se extasié de dicha Grandeza sin deleitarse en Su Palabra, que le lleva a Reconocerlo en sus perfecciones -Bueno, Recto, Majestuoso, Poderoso, Misericordioso, Soberano, Fiel, Omnisapiente, Omnipresente-, y en su maravillosa creación. Una vez que el creyente logra entender que leer, meditar, guardar, internalizar, vivir su testimonio,  su ley, los preceptos, las ordenanzas, los estatutos, los mandamientos de Dios su alma se convierte, se hace sabio, su corazón se alegra, sus ojos se alumbran para contemplar a DIOS en su plenitud dando como resultado que el temor de DIOS, que es limpio y que permanece para siempre, se apodere de él llevándole  a Amarle y Servirle con temor y temblor y, buscar ser perfecto y santo como ÉL; andando en integridad, haciendo justicia, hablando verdad en su corazón, no haciendo mal al prójimo, no admitiendo reproche contra su vecino, no admitiendo cohecho contra el inocente.

En este gran libro es posible contemplar las poderosas obras que DIOS ha hecho con y para su pueblo desde su creación; cómo le ha guardado, cómo le ha salvado, cómo le ha protegido, cómo ha dado a pueblos enteros por amor de sus escogidos. Ante semejante DIOS, el creyente tiene que reconocerle a ÉL como su SEÑOR y su DIOS, postrarse ante su presencia, en agradecimiento, adoración, exaltación, alabanza porque sólo ÉL es digno de honra y de gloria. Invocarle con gemidos, ruegos, suplicas y clamor en busca de socorro, ayuda y protección porque ha entendido, además, que ÉL es su fortaleza, su roca, su catillo, su libertador, su escondedero, su refugio, su amparo, su consejero, su sustentador, su escudo, su sombra, su fuerza, su salvación; así, el creyente tiene la seguridad que ÉL le mira desde los cielos, le escucha, le atiende y le pastorea.

En esta dinámica de reconocer lo que su DIOS y SEÑOR ha hecho y hace con y por su pueblo, el creyente ha de tener en cuenta, minuciosamente, cada detalle tal como lo deja ver el salmista; ÉL creo los cielos y la tierra y todo lo que en ellos hay, la luna y las estrellas, ÉL ha puesto asolamientos en la tierra, hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra, quiebra el arco, corta la lanza, quema los carros en el fuego; provee alimento y abrigo para su creación, sabia para los árboles.  ÉL abre los ojos a los ciegos, levanta a los caídos, también en SUS manos están los tiempos de todo ser viviente, ÉL sabe todo lo que hay en el corazón ser humano, conoce sus pensamientos y sus necesidades.

En este gran libro es posible contemplar las poderosas obras que DIOS ha hecho con y para su pueblo desde su creación; cómo le ha guardado, cómo le ha salvado, cómo le ha protegido, cómo ha dado a pueblos enteros por amor de sus escogidos.

Cuando el creyente puede ver y reconocer a JEHOVÁ como su DIOS, su HACEDOR, su SEÑOR    y su REY, entonces sabe que a ÉL debe presentarse en humildad y adoración en busca de salvación.

Hna. Petronila Vargas